Julio César Mesa: memoria y perspectivas del hecho construido
A través de un enfoque que nos recuerda su disciplina de arquitecto, la fotografía de Julio César Mesa retrata la ciudad, sus edificaciones y paisajes. El fotógrafo captura rigurosas imágenes que revelan fielmente la realidad del «hecho construido». El dispositivo de Mesa, desprovisto de manipulaciones, busca revelar la condición del sujeto revelando al mismo tiempo su historia.
Apelando a una composición sin manierismos, las imágenes de Julio César ofrecen retratos de la ciudad que parecen constituir una diligencia proyectual, mitad alzado mitad fotografía. Julio nos propone sinónimos de perspectivas cónicas, caballeras y axonometrías, produciendo instantáneas que devienen sistemas de representación y vehiculan una idea, una visión de creador.
La fuerza de las imágenes de Julio César reside en la capacidad de encontrar el momento y el enfoque perfecto en los que los elementos constructivos, los personajes y los elementos constitutivos del paisaje se coordinan como instrumentos de una orquesta para producir la narrativa más precisa, el dibujo más exacto de las intenciones de los artífices de un edificio o de un paisaje urbano.
Las capturas del arquitecto originario de Caracas y egresado de la Universidad Central de Venezuela no son solo un acercamiento de proyectista sino que parecen figurar un previo a proyecto. Las imágenes de Mesa son un análisis de sitio y un ejercicio de arquitectura concentrado en dos dimensiones a color.
En las palabras del autor, sus imágenes buscan evocar la «sazón del paso del tiempo», otra forma de hablar de la capacidad de la fotografía para imprimir la memoria y constituir testimonios de la ciudad y su arquitectura.
De Caracas le viene, sin duda, al fotógrafo su particular interés por la arquitectura moderna de mediados del siglo XX, sus obras de la capital venezolana desvelan en un mismo gesto los espejismos de un pasado ilustre y un presente incierto, haciendo de su trabajo fotográfico el soporte ideal para repensar la ciudad del futuro en un mundo en transformación.
En el trabajo de Julio César Mesa se destaca una constante dimensión que podemos calificar de «urbanística». Por no encontrar mejor sinónimo a ese término controversial podríamos hablar de una «dimensión paisajística». Mesa es recurrente en la apertura a la escala del paisaje, sus retratos observan con la misma atención fondo y figura, edificio y contexto.
El buen ejercicio de la ciudad se encuentra sin duda en la capacidad de combinar en un diálogo armonioso, una visión de ciudad –que traduce una de sociedad– y el paisaje, no como entorno o ambiente, sino como personaje y figura.
Mas informacion y galerias fotograficas en www.juliotavolo.com
César Silva Urdaneta

En la fotografía se observa una de las torres gemelas del complejo Parque central, los trazados de la avenida Lacuna y Bolívar que conduce a la sede del Palacio de Justicia y a las Torres del centro Simon Bolivar, al fondo el paisaje de colinas urbanizadas característico de la ciudad de Caracas.
Propatria – Palo Verde, una y otra vez
En el marco del mes del aniversario fundacional de Caracas, Ciudad Evolutiva se propone establecer diálogos entre arquitectura, paisaje y cultura en torno a los símbolos y la identidad de la capital. En esta ocasión, tenemos la dicha de presentar el ensayo «Propatria – Palo Verde, una y otra vez» de Manuel Vásquez-Ortega en el que el arquitecto e investigador nos propone una visión sensible de la capital encontrando en la memoria el instrumento ideal para discernir entre las tinieblas que, a veces, parecen nublar los caminos de la ciudad.
En este texto inédito, escrito en 2018, antes de las últimas conmociones que atraviesan el mundo, Venezuela y Caracas; Manuel nos propone una reflexión sobre el tiempo y la ciudad. El autor asienta en el recorrido del transporte capitalino: Propatria – Palo Verde, una metáfora del ritmo de la ciudad, un tempo según el cual los ciclos históricos de Caracas parecen repetirse irremediablemente.
Manuel Vásquez-Ortega es un arquitecto e investigador egresado de la Universidad de Los Andes (ULA), donde es actualmente profesor del Departamento de Materias Históricas y Humanísticas. Se desempeña igualmente como escritor en diversos medios venezolanos y coordinador de la plataforma de difusión artística Espacio proyecto Libertad con base en la ciudad de Mérida.
Su investigación abarca diversas temáticas de la condición contemporánea extendiéndose de las artes a la política, la ciudad y su arquitectura. Su agudo enfoque encuentra en la historia la substancia privilegiada de narrativas originales y articulaciones inéditas, solicitando la memoria para entender el presente.
Los trabajo de Vásquez-Ortega lo han conducido a presentar su trabajo en distintos Salones y exposiciones colectivas tales como el Ier. Salón «Arte y Sociedad» (Centro Cultural B.O.D. / Goethe Institute, 2018), 20º Salón Jóvenes con FIA (Museo de Arte contemporáneo del Zulia Maczul, Maracaibo, 2017), 13º y 15º Salón Nacional de Jóvenes Artistas (Maczul, 2016-2018) y I Salón «Representación contemporánea de la imagen» (IV Festival Méridafoto, Mérida, 2016).
El fruto de su rico repertorio de investigación ha sido publicado en plataformas como el Archivo de Fotografía Urbana, Prodavinci, Artishock, La Organización Nelson Garrido ONG, Tráfico Visual, entre otras publicaciones nacionales e internacionales.
Las fotografías de Azalia Licón ilustran el ensayo «Propatria – Palo Verde, una y otra vez» las imágenes forman parte de la serie « La Gran Solución » que en las palabras de la artista «Busca representar simbólicamente el deterioro y desvanecimiento de un sistema que en otrora fue ejemplo para otros sistemas masivos de transporte en el continente americano y el mundo, y que sirve como reflejo de una república colapsada».
Azalia Licón es una fotógrafa caraqueña, formada en la Escuela Foto Arte y la Organización Nelson Garrido (Caracas) con estudios de Gestión y Políticas Culturales de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
El trabajo de Azalia se extiende de la fotografía documental a un registro cercano al arte contemporáneo, provistas de un importante « poder evocador » sus fotografías la han llevado a mostrar sus imágenes en diferentes exposiciones colectivas a lo largo de América (Cordoba, Argentina; Nueva York, EE.UU.) y Venezuela (Museo de Arte contemporáneo del Zulia, Maracaibo, Goethe Institut, en el Centro Cultural BOD, entre otras instituciones de la capital venezolana.
Desde el año 2016, Licón dirige los proyectos editoriales Miradas Analógicas y Miradas Reveladas, según la artista: «un espacio alternativo de difusión para fotógrafos y artistas visuales a nivel nacional y regional».

Azalia Licón. La Gran Solución: políptico de 16 piezas (17cm x 17cm) / Expuesta en el salón Arte y Sociedad. Jóvenes Creadores Venezolanos 2018.
Propatria – Palo Verde, una y otra vez
Una ciudad que gira sobre sí misma no es por definición obligatoria una ciudad radial, aquella que amurallaba su perímetro y se disponía entorno a un centro. El ensimismamiento tampoco se aplica a ésta, pues parece ser consciente de los problemas que a su alrededor suceden, los vive, los padece, los comparte. Desde el inicio de la Edad Moderna, la tratadística urbana ha hablado de la ciudad radiocéntrica como una forma ideal en la que el hombre es el centro del mundo y a la vez su medida; por otra parte, desde la Antigüedad se encuentra la muralla –más allá de la protección– como una forma de hacer lugar y dar la sensación de pertenecer, de estar dentro de algo. Ambos conceptos (lo concéntrico y la fortaleza) son resultados de la cosmología y la circunstancia de ese entonces, pero ¿cómo se podría entender, hoy, una ciudad que vincula a sus habitantes a un centro sin ser radial, y los ata sin ostentar barreras?
Caracas, ciudad, gira sobre sí misma, se repite sin redundar, se cuestiona. De esta manera, los pensamientos de quienes la viven dan vueltas sobre sus acciones cotidianas o bien sobre sus recuerdos de ellas, mientras desandan una metrópoli sobre pasos que ya han sido dados: huellas de desplazados, colonos, indígenas, campesinos, cafetaleros, empresarios, militares y civiles. Con el tiempo, la urbe frecuenta la errática vocación del destino que le dio forma e imagen –esos aires de heterogénea modernidad truncada– para entrar en una etapa de pausa, con más tinieblas que luces. En medio de ella, y de la penumbra que la envuelve, aparecen dos formas de recorrerla: una, a ciegas, asumiendo la imposibilidad de ver como condición irrevocable, y la otra, como adaptación. Idea última, abordada por Giorgio Agamben en la que se afirma que “todos los tiempos son, para quien lleva a cabo la contemporaneidad, oscuros”, donde quienes logran ver entre la tiniebla son aquellos realmente pertenecientes a su momento histórico.
A más de 450 años de su fundación, quienes viven Caracas han aprendido a ver entre la sombra o a sobrevivir sin paisaje. Así, la sonrisa demente de la época se vira sobre la capital para cuestionar nuevamente su presente, un poco del pasado y otro poco del porvenir; maraña histórica que habla de progreso y fracaso, tradición y olvido, vanguardia y ruina, y todo al mismo tiempo. La tendencia pendular de una ciudad como Caracas, se percibe y se experimenta al transitarla, desde los ínfimos detalles de las tapias que se fusionan a fuerzas con la presencia indomable del concreto, a los tejados rojos adheridos por extrañas y caprichosas formas a brillantes y oscas latas de zinc. Imágenes que evidencian la particular contemporaneidad de nuestros atrasos y la naturaleza equívoca de nuestra actual razón, unida a tiempos que se unen y a la vez se bifurcan:
La razón o la conciencia pasan continuamente de un estado a otro, y es en este tránsito donde podemos encontrar el tiempo, como argumentó en algún momento Borges. Pero, ¿cómo es posible entender el tiempo de la conciencia, en una oscura ciudad en la que los ayeres emergen en el futuro? La oscilación marcada por los momentos de luminosidad y momentos de sombra, sin embargo, no es cuestión reciente: Caracas ya ha sido escenario de promesas incumplidas, de conflictos, de dictaduras, de protestas, de hambre, de proyectos inconclusos, y a su vez, existido como espacio de libertad y evolución, de transformación, meca tropical del progreso y capital moderna de la región, hecho que propicia cuestionar si, el tiempo, “ese problema del que no se puede prescindir”, es para Caracas una condena finita o una condición eterna, pues, ¿cómo puede una urbe en constante transformación física, insistir en errores históricos de un pasado nada lejano, mucho menos ajeno? Asunto que hace cavilar si, el regreso al origen del ciclo coincide con la idea nietzscheana del eterno retorno, en la que “(…) esta vida, tal como tú la vives actualmente, tal como la has vivido, tendrás que revivirla una serie infinita de veces; nada nuevo habrá en ella; al contrario, es preciso que cada dolor y cada alegría, cada pensamiento y cada suspiro vuelvas a pasarlo con la misma secuencia y orden”.
La idea de un tiempo que gira hasta repetirse ha estado presente en la conciencia del hombre desde la más remota antigüedad, en la que la noción de una existencia cíclica influía ineludiblemente en su forma de actuar, y por ende, en su forma de entender la ciudad. Sin embargo, entre estas civilizaciones devotas de lo invariable, cierta idea griega logra superar la representación de un tiempo que sólo se padece, para ser entendido por éstos como recurso histórico, comprendido ahora como problema y objetivo epistemológico con posibilidades de proyección y pronóstico. Desde esta postura, Tucídides llegó a afirmar que “no es que la historia se repita, es que siempre están presentes los mismos factores”, y serán estos elementos estables, opuestos a la condición fugitiva del tiempo, aquellos encargados de recordarnos que la eternidad “es todos nuestros ayeres, y todos los ayeres de todos los seres conscientes”.
Si bien la imagen de un incesante vaivén caraqueño se demuestra a lo largo de su historia, toma corporeidad y presencia en la invariable trayectoria de los vagones que, sin pausa, movilizan a las masas de transeúntes dentro de la ciudad que gira sobre sí misma. Así, el Metro de Caracas en su condena o condición perenne de Propatria a Palo Verde e inversamente, de Zoológico a Las Adjuntas, de El Valle a La Rinconada, una y otra vez, nos habla de lo inamovible en el movimiento, de lo fugaz en lo eterno. Y es en los límites difusos de esta contradicción en los que se deja ver la verdadera cara de aquello que no cambia, pues, así como según Heráclito “nadie baja dos veces al mismo río”, en ninguna circunstancia, en ninguna de las líneas y en ninguna de las direcciones, un recorrido en Metro será igual a otro.
Pero entonces, ¿qué sucede en ese misterioso espacio en el que el vagón redirecciona y se devuelve? ¿Qué pasa en la plenitud de la luminiscencia que se ve arrastrada a lo absoluto de su antónimo? La primera respuesta es responsabilidad de un diseño eficiente. La segunda, parece apuntar a que la única forma de romper la oscilación pendular de una vuelta errante a la oscuridad, es la memoria; pues, aunque el tiempo marche en su inmutable naturaleza fugitiva, no pasa enteramente si somos inmunes a sus tinieblas…
En definitiva, tal vez no sea Caracas la ciudad que gira sobre sí misma, quizá solo es la idea del retorno decisivo a la luz la que nos sigue rondando en círculos.
Manuel Vásquez-Ortega

Azalia Licón. La Gran Solución: políptico de 16 piezas (17cm x 17cm) / Expuesta en el salón Arte y Sociedad. Jóvenes Creadores Venezolanos 2018.
Paisajes del futuro de la Ciudad de nuestro desvelo

Foto cortesía Suwon Lee suwonlee.com
Son ya diez años desde el lanzamiento de Ciudad Evolutiva, un proyecto de arquitectura, urbanismo y paisaje que, en sus esfuerzos de construir la Caracas del futuro, intentó descifrar su identidad. Una década después, la identidad de la urbe sigue siendo tan crucial para ella como para sus habitantes. Qué simboliza Caracas, quiénes comparten los mismos símbolos, más allá de Catia y Petare; qué representa la capital para los que viven a su margen, cuáles son sus linderos, qué es la Gran Caracas y cuál es la resonancia de esa denominación casi olvidada. Hasta dónde se extiende la identidad de una ciudad que acaudala tantos sueños y aspiraciones.
Sus últimos años han sin duda sido los de borrar sus símbolos. Si como lo dijo Cabrujas, para reinventar la ciudad hubiese que primero destruirla. Adiós a tantos símbolos de su paisaje urbano, no están ya ni la tasa de Nescafé ni la esfera de Pepsi, el logo de Savoy ya no domina el paisaje de los Chaguaramos con su “sabor venezolano”. Lo lamentamos sin darnos cuenta que habíamos, tal vez, consagrado como emblema a dispositivos publicitarios. Cuando el presente se hace tenebroso nos aferramos a todo lo que nos recuerda un pasado mejor.
Pero cómo no llorar sus casas vascas que los conquistadores del erario público transforman en el dolor de las retroexcavadoras en torres de marfil, cuánto nos duele la desaparición de los rastros de esa Caracas de inmigrantes y de prosperidad que tanto nos hizo soñar, el deterioro de su fascinante arquitectura y urbanismo moderno. Se quiebra un pasillo cubierto, rompe el llanto.
A veces, parece que extrañamos una ciudad que ya no existe, pero como lo escribió Pablo Antillano, Caracas merece y demanda una mirada que se sobreponga a todos los obstáculos.
Por eso elegimos encariñarnos con su futuro, intimar con su devenir. Como la plantea en su ensayo Caracas será interior Jonathan Reverón. El cineasta y escritor venezolano nos habla del insomnio de su presente y prefiere refugiarse en una esperanza pragmática para concentrarse en una Caracas del futuro que ama la vida. ¡Qué magnífico escenario Caracas para enamorarse del mañana!
Por esta razón, nos apasionamos de lo vivo, de eso que permanece, así Isaac Pérez Solano nos habla en su ensayo Caracas: otro plano del futuro, de nuestro común amor a la ciudad en la que de vez en cuando nos da el sentimiento de habitar en un Jardín Botánico. Es así como el escritor caraqueño hace coincidir la esperanza de su futuro con su “vernalización”, encontrando en la botánica la metáfora ideal de las condiciones de su florecimiento.
En el marco de la celebración del aniversario fundacional de Caracas y de los 10 años del proyecto Ciudad Evolutiva, ambos autores fueron invitados para contarnos en ensayos sus visiones de la Gran Caracas por venir.
Bajo la misma premisa, el artista Carlos Sánchez Becerra reinterpreta imágenes del proyecto en una visión de la ciudad del futuro.
A través de una plástica llena de lirismo, Sánchez Becerra propone espejismos de una ciudad mestiza, a veces esquizofrénica, tumultuosa y heterogénea. Como si logrando transparentar el prisma de su violencia se lograse entrever un arcoiris que esconde un tesoro de criaturas antropomórficas, un derroche de vida y de energía. Sus pinturas revelan el aspecto de una urbe que construye su belleza en la cristalización de los contrastes: vegetal y mineral, humana y animal, urbana y rural, pobre y opulenta, blanca y negra. El futuro de Caracas surgirá sin duda en una nueva alquimia que proponga la articulación de sus diferencias para ofrecer a todos sus habitantes espacios de encuentro, una ciudad de convivencia.
La invitación a los tres autores propone celebrar las fechas del aniversario explorando las figuraciones de una ciudad mejor a través de lo sensible y de lo surreal. Buscando enlazar un pasado utópico y un presente incierto a un mejor futuro.
Irreductiblemente optimistas, arquitectos y urbanistas no renunciamos a imaginarle a Caracas un mañana óptimo. En esta intención se inscriben las invitaciones. Con esa misma energía que hace que el gremio en su conjunto se precipite a responder a cuanto concurso nos permita soñar en dibujarle un futuro. Cuántas serenatas le dedican a Caracas las escuadras de sus estudiantes de arquitectura o urbanismo, cuantas atenciones los profesionales de la ciudad.
Y qué urbe goza de tantos esfuerzos, incluso para conocerla, para aprender a mirarla, cuántos “arquitours”, semanas de la ciudad, cuántas guías de Caracas del valle al mar (Iván González Viso, Federico Vegas, Peña de Urbina Peña – 2015), y cuántas “rutas de autor” pueden atravesar una ciudad tan fragmentada. En su papel literario de 2003, El Nacional celebraba el aniversario fundacional de Caracas con un ensayo sobre un recorrido en la Ciudad Universitaria, como una iniciativa contra el antipático metal de la costumbre. Sus habitantes se rehúsan a aburrirse de la ciudad y son miles los caminos que proponen para redescubrirla.
De acuerdo a la afirmación de la arquitecto Hannia Gómez, Caracas, como la ciudad de Florencia, la fuimos construyendo para contemplarla cuando sus colinas se empezaron a urbanizar para mirar. Posiblemente, de tanto observarla, Gómez le consagra en cada letra tanta devoción, defendiendo con la misma energía una fuente de cuatro garzas en el centro histórico de Petare o el tesoro que Gio Ponti escondió en el Cerrito.
Así se acumulan las incontables atenciones que ha recibido la ciudad de habitantes e invitados, pues cómo resistir a uno de los sitios geográficos más privilegiados entre las capitales del mundo, a sus paisajes y su flora. En 2001, Enrique Peñalosa Londoño, Alcalde de Bogotá, nos recordaba durante una conferencia que Singapur está arborizada con los legendarios samanes de la capital para concluir que Caracas es absolutamente perfecta. Ya en los años 50, el historiador norteamericano Henry–Russell Hitchcock quedaba fascinado al descubrir la extraordinaria condición de su valle florido. Para anunciarnos como una premonición que “Caracas nunca tendrá el enorme tamaño de la Ciudad de México o Buenos Aires, ni el encanto relajado de Rio, pero con su admirable sitio asentado en las montañas y sus espectaculares paisajes celestes, ya ofrece un bosquejo más avanzado de la ciudad moderna que incluso São Paulo.
Caracas goza además de la fiel protección de tantos ilustres personajes. Para solo mencionar dos célebres “especialistas”, cómo no pensar en el acercamiento de arqueólogo apasionado de Graziano Gasparini o en el empeño de William Niño Araque que no dudaba en decir de Caracas me gusta todo, las lluvias, las sequías, la expresión de los conflictos; aquí lo malo es transitorio frente al imperio de la belleza, la topografía, el clima, los vínculos con el mar, la proporción del valle, las plantas, el ambiente tropical-caribeño de selva húmeda… Caracas es una de las urbes más hermosas del planeta, y única por El Ávila, inigualable jardín vertical.
En lo miles matices del verdor que domina la ciudad, se asienta la conclusión de este enésimo intento por alabar a la “Sucursal del Cielo”.
De nuestro origen forestal nos queda como especie una sensibilidad particular a los tonos de verde, dentro de todos los colores son los que percibimos con mayor precisión y diversidad.
Este regalo de la evolución sirve de pretexto para proyectar que las indispensables transformaciones de Caracas vendrán sin duda del reencuentro de la nobleza de su condición natural. En la masa biológica de la metrópolis residen sus esperanzas, imaginemos por unos instantes: la cobertura vegetal del Ávila se extiende y desarrolla en la capital venezolana a lo largo de sus caños y quebradas. Enverdecidos y renaturalizados estos nuevos paisajes son devueltos a los habitantes de la ciudad, acogiendo espacios públicos y naturales que reinventan la aventura colectiva de la polis. El río Guaire, liberado de su prisión de hormigón, se transforma, a la vez, en pulmón vegetal y corredor de las movilidades que reclama el futuro, espacio a los peatones, ciclovías y transportes alternativos. Estos nuevos paisajes del verdor y del civismo son diligentes con nuestros desatendidos barrios, ofreciéndoles equipamientos públicos y un acceso a la naturaleza, a sus infinitos beneficios…
No es muy difícil vislumbrar un mejor futuro para la “Sultana de El Ávila”, son tantos los recursos de los que dispone para ascender, del mar al valle, a su condición ideal.
La calima, que a veces nos asfixia, es el milagroso maná que alimenta el ecosistema más diverso del planeta. Cargada en fósforo y nitrógeno, el polvillo que nos molesta, venido del Sahara, continúa su viaje para nutrir la cuenca del Amazonas y las más grandes extensiones de selvas vírgenes del mundo. Así nos espera el futuro de Caracas, en el abrazo de sus samanes y en la voluntad de transformar sus accidentes en oportunidades.
César SILVA URDANETA

Fotografía cortesía Charles Brewer, Guia de Caracas del valle al mar: Guia de arquitectura y paisaje.
Utopías Surreales de la «Ciudad de la Furia»
En el marco de la celebración del aniversario fundacional de Caracas y de los 10 años del proyecto Ciudad Evolutiva, el artista plástico Carlos Sanchez Becerra fue invitado a desarrollar a través de sus pinturas visiones de la capital venezolana a partir de tres imágenes clave del proyecto de arquitectura y paisaje.
Sánchez Becerra, egresado de la Facultad Experimental de Artes de La Universidad del Zulia y cuyas exposiciones individuales incluyen la Fundación Nelson Garrido (Caracas); reinterpreta perspectivas del proyecto en su visión singular de la ciudad. La propuesta arquitectónica se convierte, entonces, en el escenario de la narrativa del artista donde se reúnen lo sensible y lo surreal para proponer una profusión de metamorfosis, donde la Ciudad, lo construido, las viviendas y el ambiente mutan para transformarse en riscos de pirámides, mausoleos de colores y esculturas de latón habitados por maquinas extraterrestres, criaturas zoomórficas, críptidos, entre otros individuos medio leyenda, medio ciencia ficción.
El artista reinventa igualmente la imagen más icónica desarrollada hace ya 10 anos, la postal de Identidad de Caracas: una representación fuerte y afirmada de uno de los principales componentes del paisaje capitalino en un enorme fresco urbano donde en los barrios se lee Caracas.
A través de su plástica llena de lirismo, Sánchez Becerra propone espejismos de una ciudad mestiza, a veces esquizofrénica, tumultuosa y heterogénea. Como si logrando transparentar el prisma de su violencia se lograse entrever un arcoiris que esconde un derroche de vida y de energía. Sus pinturas revelan el aspecto de una urbe que construye su belleza en la cristalización de los contrastes: vegetal y mineral, humana y animal, urbana y rural, pobre y opulenta, blanca y negra.
Originario del Zulia y actualmente residente en la ciudad de Carora, el artista cuyo recorrido lo llevo a vivir en Caracas; retiene de su estancia en la capital una experiencia estruendosa y casi ensordecedora, pero extremadamente estimulante desde el punto de vista artístico e intelectual. Sus travesías a lo largo del país, y sin duda su residencia Caraqueña, constituyeron las referencias mixtas: a la historia, la cultura, la fauna y la flora venezolana que habitan cada una de sus composiciones.
Carlos Sánchez Becerra hace interactuar un conjunto de relaciones al país, a una cultura artística cercana al «Lowbrow» con un leguaje colorido, en momentos travieso y sarcástico que se apropia códigos de la cultura popular como los cómics, publicidad y el street art.
Las obras de Sánchez Becerra son una celebración a Caracas. Figuraciones de la urbe que enlazan lo sensible y lo surreal para plasmar en mil colores las utopías del pasado presente y futuro de la «Ciudad de la Furia».
César Silva Urdaneta

Detalles de la reinterpretación de la Postal de Identidad de Caracas

Pasarela. Acrílico sobre lienzo. 2020

Cocodrila. Acrilico sobre lienzo. 2020
Caracas: otro plano del futuro

Instalación «Jardín» de Patricia Van Dalen. Universidad Simón Bolívar, Caracas 1998.
“…el que aleja o arrima el temblar de lo que se inclina…”, verso que se puede leer en el poema “En Este Valle”, del poeta argentino Hugo Mujica; me hace pensar en el nosotros, nuestra historia con Caracas—de idas y venidas—y su futuro. De idas y venidas, porque así lo fue para una generación y aún lo es para quienes forman parte de los que habitan en La Gran Caracas. Los símbolos que juegan con los sentimientos de otros al recordar la capital venezolana, son reemplazados por momentos que habitan en la memoria de quienes ella, inclusivamente, hace llamar su casa: “ciudad dormitorio” (Guarenas, Guatire, Los Teques, entre otros) e incluso de quienes crecen en sus cerros —”…de lo que se inclina”, como dice Mujica—, viéndola en picada y flotando en su eje. Creo que es, en el imaginativo común, lo que dificulta fantasear con el futuro de un lugar cuando pasas parte de tu vida dibujando el tuyo siendo un caraqueño, pero por el hecho de vivir las emociones de ella y no solo por haber nacido ahí.
En lo personal, me gustaría conocer todos los nombres que le tienen, porque significa que estaría contando una historia diferente, sería yo el educador de quienes me han dejado con la boca abierta al llamarla de maneras que me parecían raras e imposibles. Se entendería que también conozco…como nadie y como muchos. Aún así, encuentro refugio en los recuerdos, porque sé que esos detalles—las trinitarias pintando siempre los rincones de su valle o las perezas creando tráfico, mientras intentan atravesar la Avenida Rómulo Gallegos, por ejemplo—continuarán vivos, evitando que vivir en Caracas, crear y pertenecer a su gentilicio, pierdan sentido en la bruma incierta del tiempo futuro.
Caracas, Futuro. Caracas y el futuro. El futuro de Caracas. Caracas-Futuro. Todavía la formulación correcta yace en un paradigma levantado en realidades. Más allá de diseñar su porvenir imaginando nuevas versiones de la “Casa Mara” (Jorge Castillo diseña, 1972), es válido contemplar su futuro de otra manera.
Caracas, o la idea de vivir en ella, siempre ha sobresalido como habitar en un jardín botánico. Uno, donde El Ávila, concepto de inmensidad y esperanza ecológica, tiene un sentido que irrumpe en lo eterno, entre las costas del litoral y la zona metropolitana. Es ahi donde no se siente que los árboles sufren el peso de sus hojas, donde la humedad de sus días menos secos se convierte en rocío y el fuego, producto de aquellos más secos, evitan el silencio. Entonces, se debe hablar de Caracas y su futuro, pues ella ha estado abierta a abrazar las bondades de lo contemporáneo.
Caracas, con su propio estilo, no es como el mundo moderno, pues gracias a sus faldas montañosas seguirá abierta a la misteriosa llegada del viento que trae vida consigo, sin saber de dónde exactamente, el canto de grillos, fecundidad, locura y claridad para ver el horizonte.
Mientras este ensayo es escrito, la UNESCO anuncia la dislocación de parte de los Pasillos Cubiertos de la Ciudad Universitaria de Caracas (UCV), “sitio del Patrimonio Mundial”, resalta el tweet ofreciendo ayudar a las autoridades locales. Lo que me hace pensar en cuán difícil puede ser el vacío actual de mantenimiento, el trabajo que se avecina en el futuro. También me hace recordar y comparar a Caracas con las palabras de Fitz Lang (El Desprecio, 1963): “la ciudad de Homero es real, muy real”. Entonces, si hablamos de futuro, en el esfuerzo de bocetar esta realidad, es difícil obviar su pasado y presente, en lo que significa restaurar una ciudad y llevarla al desarrollo, en introducirla al nuevo milenio. Según Martha Thorne, Decana de la IE School of Architecture and Design y Directora Ejecutiva del Pritzker Architecture Prize, se deben replicar algunos modelos y prácticas que han demostrado que funcionan para ser optimistas sobre el futuro de las ciudades. “Todos estamos en el mismo barco”, afirma Thorne, “…si queremos un resultado positivo, debemos coordinar nuestras acciones en diversas áreas”. Aplicando la tesis de Thorne, en la Caracas del futuro se ve el anuncio del trabajo en la estructura invisible y en la palpable.
Sin embargo, la validez de lo que Caracas es ahora no agota las ansias de esperanza. Caracas otorgará y ofrecerá, pero con aires de capital, como siempre (de alguna forma) lo ha hecho. Sería romántico pensar que es gracias a su amabilidad que digo esto, porque también algunos acertaron en resaltar su hostilidad; pero entonces, ¿dónde quedaría su orgullo de primera ciudad del país? Incluso los propios venezolanos saben que se deben entender las reglas del juego para vivir en ella y aprovechar su premisa de tierra prometedora donde el destino humano sigue tan desnudo y expuesto como lo estuvieron sus primeros habitantes.
La idea de ella en el futuro se basa—un poco—en mi ilusión del pasado, en la fantasía de nuestro verso inconcluso, de verla desde lejos o en películas. Será una ciudad que no limitará a quienes habiten en ella con su superioridad, no se sentirá forzada a adaptarse, se encargará de retomar su propio proceso de vernalización que la historia escrita por el hombre detuvo a través del tiempo del país.
Puede que algunos crean que Caracas pide tajantemente, pero en mi experiencia me hace sentir que en su eco de libro abierto se pudo, puede y podrá entender la invitación a actuar en su divinidad.
Hablar de su futuro no es contemplar una conclusión.
Isaac Pérez Solano
Caracas será Interior
Paulatinamente voy flexibilizando mis días de guardar. Cuando me veo en la necesidad de explicar mi ausencia de eventos, de personas, personajes, lo que llaman escena social, explico que ando en una emigración interior, describo a un ermitaño, a una persona instrumentalizándose a sí misma para soportar “la insoportable levedad del ser”
Lo escribí en mi diario hace exactamente un año. Revisar qué he dicho y qué se ha hecho, es algo a lo que me he dedicado durante mis últimos dos años en Caracas. Tras desatarse el proceso hiperinflacionario se renovó mi esperanza en la palabra y su alcance dentro de la acción colectiva.
Una fe pragmática
Existimos porque alguien le dijo algo a alguien. Un susurro amoroso, infinitas lecciones son hijos del binomio entre la palabra y la acción. Me he ocupado en despejar mi concepto de la verdad. Siempre me he inclinado a la postura de Tomás Eloy Martínez, esa que reposa sobre su novela Santa Evita, donde metaforiza la verdad con la lógica de la serie de bifurcaciones.
Un nuevo santo de la iglesia es Saint John Henry Newman, su pensamiento ya goza de veneración absoluta en el mundo cristiano. Pero lo descubrí antes de su canonización, leyendo al filósofo británico-palestino, Theodore Zeldin, quien subraya la sabiduría que nos educa civilizadamente: aprendiendo primero a odiar antes de amar. Cada vez que expreso esa frase muchos se horrorizan o niegan rotundamente su espacio para el odio con un tono similar a quien reduce la memoria de varias generaciones, o bien quien desde la cultura hegemónica termina depredando la existencia a veces hasta del propio vestigio. Caracas odia.
Hemos conseguido remanso en la modernidad de la ciudad pero ya los restos de su esplendor se encuentran tan disminuidos como la esperanza ante un leproso entorno que anida para protegerse de la depredación. Hablo del gueto. Algo que para muchos parisiens es normal. Y algo que el actual confinamiento ha homogeneizado por mucho globalmente. Pero imaginemos conmigo cuando se vive en otro tipo de confinamiento, el que te impide desarrollarte en completa libertad o de acuerdo a la naturaleza y la escala de tus sueños. Sé que muchos emigrantes venezolanos están esperando la novedad de mi planteamiento hasta este punto. Me eximo de sumarme al debate sobre el futuro discutiendo con ceguera lo que José Balza brillantemente resume en “avalancha petrolera, despilfarro, desvergüenza y riqueza unilateral”.
El mismo Zeldin se acerca a una creencia que sostengo naturalmente: “las grandes guerras, apoyadas en la tecnología, están siendo sustituidas por conflictos de baja intensidad, una multitud de guerra de guerrilla, un renacimiento de hostigamientos tribales intermitentes desconcertantes para las naciones organizadas. La acumulación de armamento resulta vana; el futuro es de los grupos pequeños que ofrecen resistencia a otros mayores, que disparan contra ellos como francotiradores sin destruirlos pero desgastándolos, haciendo la vida incómoda y peligrosa”.
En estos días en que se cumplió otra conmemoración de la Batalla de Carabobo, sincrónicamente una red social me recordó que había citado al ensayista mexicano, Enmanuel Carballo, cuando dijo: «Amar un pueblo no es sólo gritar con él en fiestas patrias, es enseñarle el abecedario, orientarlo hacia las cosas bellas, por ejemplo, hacia el respeto a la vida, a su propia vida y, claro está, a la vida de los demás”. En México tiembla y al cierre de esta nota el Popocatépetl ha dado 169 exhalaciones.
La ciudad del futuro ama la vida
Para amar la vida hay que ejercer ese sentimiento sobre las cosas que construyen la ciudad. Para amar la ciudad y para construir el futuro se debe entender que sus despojos vienen con atribuidas culpas, ausentes sus conciencias de todo principio de corresponsabilidad. Para amar la ciudad hay que conocer su historia, inclusive conocer la memoria cercenada, verificar qué fuimos antes de los embalses.
Dice la escritora caraqueña, nacida en Rimini, Victoria de Estefano, que «Sin sueño no hay ensueños, sin ensueños no hay futuro, tampoco pasado: el insomnio es puro presente y su futuro es el horror de una vigilia sin meta vital: fuente cegada. El infierno». Es complicado imaginar una ciudad si el caos que también la habita le impide dormir en sana paz, le impide ese ensueño. O quizás, por esa acumulación de insomnios, el futuro está lleno de la calima que de cuando en cuando nubla el norte del valle, cuando sus símbolos y su memoria se desdibujan sin la evidencia de la experiencia.
Quizás no sean buenos días para imaginar la ciudad desde adentro. Al tiempo que imaginarla desde afuera es construir una utopía con la nostalgia del colectivo que la recuerda cariñosamente. Si Caracas sigue amando desbocadamente su pasado, si desvanecemos ante los errores de su belleza –y si sigue tutorada por gobiernos que imaginan la vanguardia como algo más nacional que universal– seguiremos ante una urbe que revisa el álbum de su esplendor con la borrachera del happy hour. Identidad y memoria, primero.
Mientras las cosas estén como están la ciudad del futuro se me hace íntima.
Jonathan Reverón
Jonathan Reverón es director de los documentales Don Armando y Madame Cinéma. Productor radial y gestor de proyectos culturales para medios de comunicación. Ha escrito, colaborado y editado en los principales medios de Venezuela. Publicó el libro de cuentos Los años después, y actualmente se encuentra preparando su tercer largometraje documental.

Interior abandonado del antiguo Café Atlantique en los Palos Grandes. Edificio Atlantic Arquitecto Angelo di Sapio. Foto César Silva Urdaneta, Agosto 2019
El rol de los arquitectos, mas allá del refugio, Beyond Shelter por Marie Aquilino
Beyond Shelter (Mas allá del refugio), Arquitectura y dignidad humana, es un apasionante libro que pone sobre la mesa el rol de los arquitectos con respecto a las crisis humanitarias, al mismo tiempo que presenta una muestra de lo mejor en materia de soluciones durables para escenarios post-catástrofes. La doctora Marie J Aquilino (Brown University) ha puesto su energía al servicio de los mas necesitados, a través de un libro concebido como una selección de proyectos y entrevistas que retraza las mas interesantes experiencias en contextos críticos, constituyendo un Atlas de la reconstrucción sostenible.
A través de África, Asia, América Latina y Estados Unidos, pequeños equipos de profesionales, han estado realizando innovadoras soluciones para ayudar comunidades a recuperarse de desastres naturales y a la reconstrucción, cortando la brecha que separa las necesidades de emergencia a corto plazo, de la recuperación sostenible a largo plazo. Interrogantes sobre el rol y la responsabilidad de arquitectos en la reconstrucción post-catástrofe han estado circulando desde el tsunami del Océano Indio del 2004 en el que fallecieron más de 200.000 personas. En la década pasada, 200 millones de personas han sido afectadas por catástrofes naturales. El noventa y ocho por ciento de estas víctimas está en el mundo en desarrollo, donde 200 millones de dólares de ayuda son absorbidos cada año por crisis climáticas y geológicas. Las poblaciones del mundo desarrollado no están exentas de estos fenómenos; temperaturas extremas, intensas olas de calor, el aumento de las inundaciones y sequías exponen importantes cantidades de personas a la experiencia del eco-refugiado. Beyond Shelter (Más allá del Refugio) es una llamada a la acción. Presenta 20 informes de campo generosamente ilustrados, escritos por los fundadores de algunos de los mas interesantes estudios de arquitectura e ingeniería (Arup, Estudio Teddy Cruz, Urban Think Tank); exitosas ONGs y centros de investigación (Architectes de l’Urgence, Article 25 Development and Disaster Relief, el Instituto para Soluciones Sostenibles de Portland State University, y Development Workshop de Francia); y los líderes de organizaciones prominentes como la Cruz Roja, UN-HÁBITAT y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Toda estas personas están en la línea de frente, tanto en áreas rurales como urbanas, de la prevención de catástrofes y la reconstrucción. Beyond Shelter presenta proyectos en lugares tan diversos como Manila, Nueva Orleans, Gujarat, São Paulo, zonas rurales de Vietnam, Cachemira, el Bosque Gola en Sierra Leona, Greensburg, Kansas y el pueblo de Soba, en Sudan. Estos diferentes ejemplos reunidos ilustran la forma en que “factores de riesgo” en constante evolución requieren de nuevos métodos de acción, y el importante rol que los arquitectos tienen que jugar.
Marie Aquilino es profesora de historia de arquitectura de la Ecole Spéciale d’Architecture de Paris y especialista en el desarrollo urbano contemporáneo. Forma actualmente parte de un grupo de acción Internacional sobre la reconstrucción de Haití. Escuche su entrevista en la BBC sobre la importancia de estrategias de reconstrucción a largo plazo para victimas de catástrofes naturales. Haga click aqui para ordenar el libro a través de Amazon.
Arriba fotografia de Haiti después del terremoto de 2010 de Daniel Pittet, al lado portada del libro.
Medellin Urbanismo Social, exposición Pavillon de l’Arsenal. Paris
Conocida ayer por su narcotráfico y su importante tasa de criminalidad, Medellín, metrópoli de cerca de 4 millones de habitantes, fue radicalemente transformada en menos de 10 años. La exposición «Medellín urbanismo socialé narra la historia de una metamorfosis ejemplar conducida por los equipos municipales de Sergio Fajardo y Alonso Salazar convencidos que la arquitectura y el urbanismo pueden ser vectores de una profunda transformación social. Un crédo «lo más bello para los más humildes «; un exigencia, la rapidez; ¡un instrumento, el » proyecto urbano íntegral»!
En Français Exposición organizada por el Pavillon de l’Arsenal (Instituto de Arquitectura de la Alcaldía de Paris) en colaboración con la Municipalidad de Medellín, l’Agence Française de Développement, y l’Atelier Parisien de l’Urbanisme.
Medellín urbanismo social detalla esta transformación que comenzó en el barrio de Santo Domingo, uno de los más pobres y más violentos de la ciudad, y primero en gozar del método inventado llamado «proyecto urbano íntegral». Este sistema, repetido después en otros sectores, permite no sólo aportar los servicios públicos básicos a los habitantes, sino que también genera nuevas oportunidades para la educación o la creación de comercios. La importancia dada a la creación simultánea de un medio de transporte permitio ofrecerle a los habitantes más desfavorecidos, el acceso al centro de la ciudad hasta entonces inaccesible.
La confianza venció el escepticismo. En 9 años, la ciudad entera se transformó: El Metrocable se convirtió, además de un medio de transporte al servicio de la inclusión urbana, en un objeto de interés para los turistas. La biblioteca de España, un símbolo de la importancia primordial concedida a la educación, y a espacios públicos propicios a la vida social.
Concebida por la Agence Française de Développement, (Agencia francesa de Desarrollo) y la municipalidad de Medellín, la exposición explora, a través de emblemáticos proyectos arquitectónicos y urbanos (ver Paisajes Emergentes en CiudadE), a través de análisis y testimonios, esta transformación sin precedentes y anuncia perspectivas de las transformaciones por venir como el plan Bio 2030, visión estratégica de la urbanización del valle de Aburra, desarrollada con el Atelier Parisien d’Urbanisme.
por Alonso Salazar Jarmillo Alcalde de Medellín
“…Un lunes de enero de 2000, Fernando Botero ofreció a la ciudad de Medellín su «segunda ave». La primera había sido instalada en el Parque San Antonio, en el centro de la ciudad, y destruida en 1995, por una explosión que acabo con la vida de 23 personas y provoco más de 100 heridos. ¿Quién cometió el atentado? ¿Las milicias de la guerrilla? ¿Bandas de traficantes de droga? ¿Grupos paramilitares? Jamás lo supimos y, en cierta medida, esto no es importante. Violencias de todo tipo, ciertas tan absurdas que fueron ejercidas en nombre de ideales de justicia, atormentaron nuestras vida y nuestros sueños, destruyeron símbolos, el alma de la cultura. El Maestro, estupefacto con la idea que su ave pesada y dócil hubiese sido utilizada como instrumento para atacar cruelmente a la población, viendo su escultura perforada y el metal espeso agrietado y sus alas en mil pedazos, le pidió a las autoridades dejarla allí, en el mismo lugar, como simbolo del horror. Algunos dijeron que esta chatarra representaría mal Medellín. Botero tuvo la intuición que esta época de incertitumbres y de dolores debía permanecer en la memoria y que con este fin debía ser simbolizada. Curiosamente, cuando el Maestro instaló una ave restaurada aquella mañana del año 2000, le permitió recobrar su pleno significado escultural a la chatarra, al ave martirizada, cuya estructura continúa reflejando profundamente la fuerza y la dignidad.
Ambas aves son hoy una sola obra que parece pensada para representar la tragedia y la resurrección de Medellín. Les pido dejarme suponer que el más universal de los artistas de Colombia rindió homenaje a la tenacidad y al coraje de los habitantes de Medellín. Esta relación no intencional pero estricta de ambas aves con la historia de la ciudad, nos hizo utilizarlas como metáfora de lo que queremos contarles sobre Medellín. Desde una historia de dolor y de desórdenes, con las cicatrices de la muerte marcadas sobre su territorio, la ciudad tomó la vía de un recomposicion que hoy la dignifica frente a su propia historia, frente al país y frente al mundo. Lo que imaginamos aquí, y ante todo, lo que realizamos en campos muy diversos, constituye un modelo que puede ser un referente para sociedades que, como la nuestra, necesitan avanzar en la coexistencia y la inclusión como componentes del desarrollo.
Como dirigente, estoy muy orgulloso de desearles la bienvenida y de narrarles, con nuestra exposición, lo que fuimos y lo que somos, pero sobre todo mostrarles nuestro capacidad a acercarnos día tras día a una vía singular de igualdad y dignidad, donde la ética y la estética son fundadas sobre nuestro objetivo de ser una mejor ciudad, una mejor sociedad…”
Biblioteca de Espana Arquitecto Giancarlos Mazzanti
Estadio de los juegos suramericanos 2010 Felipe Mesa + Giancarlo Mazzanti
L’AGENCE FRANÇAISE DE DÉVELOPPEMENT
La Agencia francesa de Desarrollo (AFD) figura entre los proveedores de fondos internacionales más implicados en el procesos de descentralización de apoyo directo a las municipalidades, con, estos últimos años, préstamos a Durban, Johannesburgo, Estambul, Dakar, Curitiba o Brasilia. La AFD interviene en Colombia desde el 2009, con el mandato de » sostener un crecimiento verde y solidario «. Sus intervenciones entran en el marco de ricas y antiguas relaciones franco–colombianas. Luego de una primera intervención con el Estado Colombiano, a través de un préstamo en apoyo al financiamiento de inversiones de colectividades locales, la AFD encabezó, en 2010, su coopération con la municipalidad de Medellín, seducida por su modelo de » Urbanismo Social » así como por la calidad del gobierno que caracteriza actualmente a esta municipalidad. En julio de 2010, la AFD otorgó así a Medellín un préstamo de 200 millones de euros para financiar la parte «transporte» del Proyecto Urbano Íntegral del Centro-Este PUI. Este proyecto pretende poner fin al enclave y la exclusión de los «distritos 8 y 9» de la ciudad, gracias a un tranvía y dos nuevas líneas de Metro Cable (tranvía aéreo). Favorizando asi 300 000 personas, en condiciones extremadamente precarias. A la imagen de las evoluciones observadas otros PUI, el mejoramiento del sistema de transporte y la transformación fisica de barrios mejorarán considerablemente la vida diaria de los habitantes de esta zona, contribuyendo a la construcción de una ciudad sostenible, socialmente inclusiva, económicamente dinámica y respetuosa del medio ambiente. La cooperación entre el AFD y el Medellín toma hoy varias formas. Un estudio sobre el urbanismo social esta actualmente en realización. La AFD contribuye con el plan BIO 2030 (planificación del área metropolitana de Medellín para el horizonte 2030)
L’ATELIER PARISIEN D’URBANISME
El Taller parisino de urbanismo (Apur) fue sido creado el 3 de julio de 1967 por el Consejo de París. Tiene por misiones estudiar y analizar las evoluciones urbanas y sociales que participan en la definición de políticas públicas de organización y desarrollo, de contribuir con la elaboración de las orientaciones de la política parisina particularmente de sus documentos de urbanismo y de proyectos a la escala de París y de su metrópolis. Con este fin observa y analiza las evoluciones de París y de su metrópolis, particularmente a partir de los datos demográficos, económicos, sociales o inmobiliarios. Puede igualmente desarrollar reflexiones prospectivas, elaborar propuestas de acciones, realizar estudios o contribuir a éstos.
El Plan Directivo de Medellín y del Valle de Aburra, llamado 2030 BIO, pretende definir una visión estratégica para este sitio permitiendo enmarcar los proximos 20 anos de su evolución. Elaborado en 2011, se apoyó en un diagnóstico profundo de la situación actual y estimaciones para el horizonte 2030 en materia de población, empleo, necesidades de vivienda, equipamientos y oficinas. Él proyecto, prolongamiento natural de política de urbanismo social desarrollado en Medellín durante los últimos 8 años, define a la escala del todo el valle, las grandes orientaciones que conciernen la movilidad y los espacios públicos, el medio ambiente y él paisaje, la construcción de viviendas, la creación de un verdadero polo comercial y el equilibrio social y funcional en el seno del territorio de estudio. El sitio del río Medellín se inscribió naturalmente en el centro propuestas.
Charles Waldheim: Una arquitectura de atmósferas – Paisajes emergentes
In English. Paisajes Emergentes trabaja desde Medellín, Colombia. Fue fundado en 2007 por Luis Callejas (Medellín, 1981), Edgar Mazo (Medellín, 1976) y Sebastián Mejía (Medellín, 1982).
Texto escrito y publicado originalmente para la exposición LIGA 02 Inundaciones/Floodings Paisajes Emergentes en LIGA Espacio para arquitectura, una rica plataforma de exposiciones en la Ciudad de México que actualemente alberga una exposicion sobre el trabajo de Paisajes Emergentes. LIGA es una iniciativa sin fines de lucro, organizada por los arquitectos Abel Perles, Carlos Bedoya, Víctor Jaime y Wonne Ickx del despacho PRODUCTORA, en colaboración con Ruth Estévez, curadora y crítica de arte.
Charles Waldheim: Una arquitectura de atmósferas.
En la era posmoderna, la cultura arquitectónica ha llegado a emular la cultura de la moda. Esta cultura se basa en una programada y continua producción de novedad, sincronizada cautelosamente con los ciclos de los medios de comunicación. Esta cultura y su culto a la celebridad se encuentra, hoy en día, firmemente afincada a nivel mundial. Como resultado, la vida útil de cualquier discurso arquitectónico ha disminuido a grandes pasos. Debido a esta demanda incesante de novedad producida, es más difícil lograr la innovación arquitectónica. Ocurre de vez en cuando, en el lugar menos pensado y por propia lógica orgánica. Este trabajo es a menudo difícil de reconocer y diseminar.
Uno de los peligros de la industria de la moda-arquitectura, ha sido su efecto anestésico sobre nuestra sensibilidad cultural colectiva respecto al pensamiento original y la genuina innovación arquitectónica. Cuando la ola de lo nuevo se presenta, la mayor parte de las veces sucede en contextos oscuros y marginados resistiéndose a una fácil categorización. A pesar de esta condición cultural y la dificultad que supone difundir la benemérita obra de nuevos talentos, la arquitectura surge en formas nuevas y estimulantes. Y la arquitectura persiste como una vibrante forma donde todavía es posible innovar. Ningún estudio contemporáneo representa mejor este perenne potencial de shock innovador a través de la arquitectura, que el trío de jóvenes arquitectos colombianos que conforman el colectivo “Paisajes Emergentes”.
El trabajo de Paisajes Emergentes se materializa a través de una sorprendente variedad de proyectos que abordan ágilmente una amplia gama de escalas y temáticas. La provocativa apropiación del cargado término “Paisaje” para describir su práctica, señala su ambivalencia respecto al papel tradicional de la profesión del arquitecto. Apunta además hacia un conocimiento de la cultura arquitectónica internacional y la reciente recuperación del paisaje como medio de diseño. En combinación con el adjetivo “emergentes”, la apropiación del paisaje sirve de marco para sus diversos cuerpos de trabajo ilustrando sus ansias de hacer frente a los imperativos ecológicos de la cultura del diseño contemporáneo, así como la amplia gama de contextos internacionales en los que se proyectan sus obras. Así, Paisajes Emergentes funciona como un nombre efectivo tanto para el medio como para el mensaje de las aspiraciones arquitectónicas del colectivo y que tiene que ver tanto con ‘curar’ atmósferas como con la construcción de edificios.
Muchos de los proyectos de la práctica joven utilizan estrategias específicamente hortícolas o de botánica al servicio del complejo ámbito público. Estos proyectos se resisten a una fácil identificación con las categorías tradicionales tipológicas de paisaje, diseño urbano o arquitectura. Por el contrario, estos proyectos combinan diferentes aspectos de estas disciplinas, a favor de una nueva forma de trabajo híbrida. Esta confluencia de compromisos particulares a cada disciplina, se revela a través de sólidas estrategias de representación, “pirateadas” de sus propios precedentes arquitectónicos y paisajísticos. Pero se revela aún más a través de la misma temática y suposiciones operativas que establece su particular respuesta de diseño para un sitio determinado. El trabajo muestra simultáneamente aspectos de un sitio y un sujeto en particular, mientras que evoca ambientes y emociones remotas y fugaces.
El lenguaje arquitectónico y la sensibilidad en el diseño de Paisajes Emergentes revelan un profundo conocimiento de la cultura arquitectónica contemporánea, y al mismo tiempo de la creciente importancia del medio ambiente como una categoría del pensamiento arquitectónico. En este sentido, el reciente trabajo de Paisajes Emergentes trasciende antecedentes Iberoamericanos, empujando los límites del objeto arquitectónico a sus condiciones extremas, creando entornos, experiencias e incluso, atmósferas. Muchos de los proyectos de Paisajes Emergentes logran todo esto a través de una atenta lectura de los particulares contextos ecológicos o fenomenológicos en los que están situados. Aunque estos efectos pueden revelarse a través del artificio, se describen mejor en el término “paisaje”. Si bien gran parte de la cultura ibérica de arquitectura (y su diáspora internacional) ha participado activamente en la resistencia al paisajismo como una práctica profesional y cultural ascendente en los últimos años, Paisajes Emergentes declaró firmemente su compromiso con el potencial del paisaje en relación a la producción arquitectónica. Al hacerlo, no sólo nos han ofrecido un genuino ejemplo de innovación y un golpe de aire fresco, sino que también han hecho una apuesta generacional y geográfica en la presente lucha cultural para abrir la arquitectura a diversas asociaciones ecológicas y urbanas.
Muchos de los proyectos de Paisajes Emergentes dependen de un profundo conocimiento de la horticultura y la botánica. Sin embargo, sería una mala lectura de su trabajo considerar estos proyectos paisajismo tradicional con un enfoque en el material vegetal como medio de diseño. Más bien, estos proyectos suelen mostrar una calidad ambidiestra, relacionándose fluidamente con desarrollos de landform y procesos ecológicos por un lado y con el lenguaje arquitectónico y la composición espacial, por el otro. Lo que estos diferentes enfoques metodológicos comparten es un interés en la materia específica de la atmósfera en sí: el agua y el aire. En una amplia gama de proyectos, incluyendo el recién terminado Complejo Acuático en Medellín, Colombia, Paisajes Emergentes construye ámbitos públicos complejos a través de una obsesión con el material y las propiedades fenomenológicas del agua. En este proyecto, la lógica hídrica, la experiencia y el potencial del agua en su estado líquido, así como efectos efímeros de luz y el aire nos ofrecen los principales sistemas operativos de un complejo y refinado espacio público. Un poco más lejos, sus entregas del concurso para el Parque del Lago en Quito, Ecuador y la Laguna de Venecia, revelan un compromiso permanente con los diferentes potenciales de un urbanismo hidrológico. En Quito su propuesta yuxtapone la reflectividad y la infinidad de las piscinas que se extienden hacia el horizonte de un campo de aviación abandonado, con las relucientes superficies metálicas de los aviones que una vez ocuparon este lugar. En contraste con la luz brillante y el azul claro de Quito, su proyecto para la Laguna de Venecia se sumerge en las turbias profundidades impenetrables de una Venecia fría, húmeda y oscura. En ambos ejemplos las cualidades fenomenológicas particulares y la experiencia de sitio se muestran a través del más fundamental de sus componentes, el agua. Igualmente, estos proyectos exploran las condiciones asociadas a la experiencia de la fecunda humedad o la luminosa aridez, y construyen espacios públicos plenos a través de condiciones ambientales y atmosféricas establecidas por el agua en sus diversos estados.
Otra línea de investigación importante que persigue Paisajes Emergentes podría ser descrita bajo el término: atmósferas. Al empujar su arquitectura al límite de la representación objetual, más allá de la cuestión de la tierra, hacia el ámbito del clima y la humedad, el colectivo ha desarrollado propuestas a base de neumáticos y la suspensión aérea. En una serie de proyectos, incluyendo su diseño para la monumental estructura en Nueva York u otras ciudades de América del Norte, para el desmantelamiento del aeropuerto de Heathrow a través de una guerrilla de globos, y para la conmemoración de las comunidades afectadas por la planta hidroeléctrica de Ituango en su Colombia natal, Paisajes Emergentes propone una nueva era de inflables.
A través de sus proyectos y mediante esta búsqueda por una arquitectura más allá del peso y la masa, Paisajes Emergentes desarrolla una arquitectura de atmósferas. En este ambiente, el agua en su estado líquido, vapor de agua y el hielo emergen como los principales medios representacionales de una nueva forma de vida pública. En su obra, las cualidades efímeras de la experiencia del aire y del agua vistas a través de la luz, está organizada de la misma manera en que la experiencia secuencial del espacio fue orquestada por las tipologías tradicionales y las subjetividades de la arquitectura del paisaje. Trabajando en los límites de la arquitectura, la obra de Paisajes Emergentes trasciende al mismo tiempo la frontera del objeto arquitectónico, al renovar el potencial cultural de la disciplina como un medio de la innovación genuina. Aunque este cuerpo de trabajo está emergiendo, la energía, la ambición y el optimismo que revelan estos proyectos sugiere que una arquitectura de atmósferas puede ser un crucial paso adelante tanto para Paisajes Emergentes como para la cultura del diseño a nivel internacional.
Fotografias por Iwan Baan
Charles Waldheim
FAAR, Profesor ‘John E. Irving’ y Presidente del Departamento de Arquitectura de Paisaje en la Universidad de Harvard – Graduate School of Design
Entrevista y articulo en el diario Panorama, Venezuela
El proyecto CIUDAD EVOLUTIVA desperto el interes del principal y mas antiguo diario del occidente del país PANORAMA. El periodista Rafael Alvarez bajo la direccion de Daniela Romero realizo un articulo y una interesante entrevista en video que abordo el proyecto Ciudad Evolutiva asi como la cuestion urbana de la segunda ciudad de Venezuela y capital petrolera del pais; Maracaibo.
Le projet CIUDAD EVOLUTIVA a attiré l’attention du principal et plus ancien journal de l’ouest du pays, le journal PANORAMA. Le journaliste Rafael Alvarez sous la direction de Daniela Romero a realisé un article, ainsi qu’interview au sujet de ce projet et la question urbaine de la deuxieme ville du Venezuela et capitale «pétrolière du pays». La ville de Maracaibo
Ciudad Evolutiva en la EXPOC4R4C4S


El proyecto CIUDAD EVOLUTIVA fue seleccionado para la EXPOC4R4C4S, una exposición de la Alcaldía Metropolitana de Caracas
La Alcaldía Metropolitana de Caracas y el Instituto Metropolitano de Urbanismo Taller Caracas (IMUTC) que estuvo recorriendo la ciudad en la semana de C4R4C4S, «un proyecto de Ciudad, Cultura y Convivencia», que destaca la importancia de la construcción de ciudadanía como elemento central de las políticas urbanas contempladas por el Plan Estratégico Caracas Metropolitana 2020 en el marco de la conmemoración de los 444 años de Santiago de León de Caracas.
C4R4C4S, es un programa multidisciplinario de alto impacto, para todo el año 2011 que tiene como meta generar una gran movilización ciudadana, exaltar nuestros valores e identidad, y rescatar a la cultura como manifestación pública que puede transformar la ciudad.
Dentro del conjunto de actividades en homenaje a la ciudad, la Alcaldia Metropolitana busca dar a conocer el potencial de Caracas a través de ideas, propuestas y proyectos. En tal sentido, la exposición proyectos para Caracas S, donde sera expuesto CIUDAD EVOLUTIVA es una exposición en donde participaran arquitectos, ingenieros, urbanistas y pensadores urbanos para mostrar en 100 laminas que hay otra ciudad posible.
La EXPO propone presentar soluciones arquitectónicas y urbanísticas de carácter metropolitano que contribuyan a proyectar la ciudad deseada, y enriquezcan la elaboración del Plan Estratégico Caracas Metropolitana 2020 y sus líneas fundamentales:
Una ciudad SOSTENIBLE y SUSTENTABLE
Una ciudad en MOVIMIENTO
Una ciudad SEGURA E INTEGRADA
Una ciudad EMPRENDEDORA
Una ciudad de CIUDADANOS
1. OBJETIVO
Dar a conocer las fortalezas de nuestros espacios y la capacidad técnica local exhibiendo 100 Proyectos para el Área Metropolitana de Caracas, los cuales tendrían en común, una visión renovadora y armónica de la ciudad. Se mostraran iniciativas factibles y ambientalmente sustentables, desarrolladas en las últimas décadas, que contribuyan a solventar los principales problemas de Caracas en términos de movilidad, continuidad físico-espacial y calidad del espacio público.
El objetivo fundamental es demostrar que la ciudad está siendo pensada y planificada, que con el esfuerzo coordinado de todos los niveles de gobierno, gremios, profesionales, vecinos y el incondicional apoyo de la Academia, la Alcaldia Metropolitana busca atender y mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.
OBJETIVOS ESPECIFICOS
Demostrar que Caracas tiene gobiernos y administraciones responsables, atentas de su mejoramiento integral y que cuenta con un colectivo capacitado que la piensa y la imagina a futuro.
Destacar el principio de corresponsabilidad que tenemos todos en la construcción de ciudad y ciudadanía.
Exhibir parte de ese inmenso portafolio de planes y proyectos, que profesionales han desarrollado por décadas y que por múltiples razones no han podido ser implementados.
Promover la importancia de planificar de forma integral y con visión de futuro.
Promover que la ciudad necesita pasar de la teoría a la práctica, del proyecto a la actuación.
EXPO PROYECTOS propone abrir un espacio para la participación ciudadana en el necesario debate de pensar la ciudad y las posibles soluciones que debemos accionar a favor de su transformación en una real ciudad para la vida.
La Torre de David. Dos artistas documentan una heterotopia contemporanea
In English. En los años 90 Caracas soñó con un centro financiero resplandeciente , ahora es el edificio invadido más alto del mundo.
Hace veinte años, el empresario venezolano David Brillembourg soñó con un centro financiero brillante, de vidrio revestido en el centro de Caracas, como símbolo de valor económico de la nación. El destino de la Torre Confinanzas fue otro-para convertirse en el hogar de una comunidad informal de 2.500 personas sin hogar que están colonizando poco a poco, y completando, el edificio de 45 pisos sin terminar. Dos artistas venezolanos, Ángela Bonadies y Juan José Olavarría, documentan la historia de una heterotopía contemporánea. Su investigación se resume en esta entrevista realizada por Jesús Fuenmayor, director del Centro de Arte Periférico Caracas, que les pregunta sobre el trabajo resultante, La Torre Por Dentro y Por Fuera.
1. Jesús Fuenmayor: ¿Hay algún interés resaltante o enfático en aproximarse a este objeto de estudio como una forma de crítica a la modernidad desde el lenguaje del arte? ¿Qué tanta importancia tiene la crisis de la modernidad en la escogencia del objeto y el desarrollo del trabajo?
Ángela Bonadies/Juan José Olavarría: Una crítica a la modernidad está implícita en el trabajo, sin duda, pues es el centro de una promesa incumplida y un proyecto truncado; su crisis funda un nuevo estado de cosas. Pero también es importante resaltar que hay una crítica a un pensamiento dominante y casi obsesivo actual, de parte de buena cantidad de artistas y curadores, por la modernidad, como si fuera el lugar donde “todo se perdió”, enfocándose siempre en el arte y la arquitectura, por lo que se convierte en una mirada insular a la modernidad, descuidando, en el caso particular de Venezuela, el marco histórico y sociopolítico. De alguna manera esa modernidad que se relee y reinterpreta no se extendió ni sentó las bases profundas para convertirse en “cultura” y se quedó en casos aislados, en excepciones.
La elección de este objeto de trabajo, “la torre”, nos conduce a otras épocas y otras situaciones, pre y posmodernas, eso nos interesa. Este edificio no se considera patrimonio, pues no encaja en los parámetros modernos de belleza. Digamos que es un edificio modernizador, producto del boom bancario de finales de los años 80. Formaba parte de un proyecto de urbanización financiera para esa zona de Caracas. Iba a ser una de las torres de un boulevard bancario. Es, de alguna manera, producto del pensamiento de una modernidad bursátil, más cerca de la ideología de la empinada silueta de Wall Street que de las áureas unidades humanistas le corbusianas. Hay mucho encerrado en esa torre antes de ser invadida, una historia económica y política: la imagen de la “emergencia” de grupos de poder fuera de los “amos del valle”, las nuevas fortunas, la bonanza abierta al riesgo y al juego con el superávit, la especulación, la ausencia de controles y la ruptura formal con el culto archipiélago moderno local.
La crisis de la modernidad es la crisis de la utopía. La torre es una heterotopía, lo que vendría a representar un “espacio ambiguo”.
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Cuando se escoge un tema para ser investigado desde un cierto tipo de práctica artística como la de ustedes, que está constantemente poniendo en duda su propio punto de vista, y se escoge un tema tan único como el de la Torre David, ¿no se corre el riesgo de perder algo del filo crítico? Me refiero a que el tema es tan «espectacular», tan único, que podría rebasar cualquier visión personal y anular la idea de que uno se enfrenta ante todo a una obra, a una investigación artística, y que uno está más bien en presencia de un fenómeno más que de una obra.
Al contrario. Primero, nos acercamos al objeto con una distancia ética y no lo vemos como un fenómeno “freak” a ser explotado. Si eso no se logra, el trabajo está perdido desde el comienzo. La torre no es “un tema” ni un parque temático, sino un espacio-objeto que concentra situaciones que nos permiten observar, investigar y desarrollar un trabajo desde diferentes disciplinas en las cuales estamos interesados; queremos acercarnos a un problema general, que tiene implicaciones históricas, económicas, políticas, demográficas particulares. La torre es un objeto, entre muchos, que representa la falta de sincronía entre los discursos y los hechos, es un espacio sintomático, no es un espectáculo. Las personas que viven ahí no son actores de una obra o un performance, están resolviendo un tema vital.
3. Además, la torre no es un hecho único ni aislado, forma parte de una ausencia y una presencia permanentes. La ausencia de decisiones para enfrentar un problema, la presencia de un colectivo que busca sobrevivir. En este caso, crea un contraste porque en vez de situarse en un terreno baldío o periférico o en un cerro se sitúa en un edificio abandonado, en un rascacielos aspiracional, pero en realidad, es un contenedor que se amolda y asimila para una causa común, la supervivencia, y que representa a su vez otro vacío, el de la fiscalización financiera y otra pelea, entre el poder político y el económico. Al final, todo lo que hacemos es fijar la mira en la huella que deja el poder en su andanza: un vacío en la resolución de problemas y una concentración brutal en las oficinas donde se toman las decisiones. Eso sí es un parque temático. La torre es una realidad tan humana como la geometría.
Hay otras ciudades con casos similares, como Johannesburgo.
Hay dos elementos que participan de manera muy especial en el enfoque del problema (del objeto de estudio): primero, que decidieron «atacarlo» a cuatro manos y segundo que han estado presentando esta aproximación por partes. ¿En qué se basan estas decisiones? ¿Hay algunas decisiones preliminares que las anteceden? ¿Es parte de un plan cuidadosamente calculado o es el objeto de estudio el que impone esta aproximación? ¿Por qué?
El objeto de estudio es el que impone un ritmo. Podemos hacernos una idea de por dónde vamos a abordarlo y tratar de “saber todo” de ese objeto. Pero luego, cuando te aproximas, las decisiones no son sólo tuyas, tienes que contar con otras personas que no participan de tiempos de producción y hay que estar, ver y esperar. Eso está bien. Hay que respetar los tiempos. Las ideas preconcebidas se adaptan y cambian. El trabajo es flexible. Y se va construyendo. A veces es bueno que haya cuatro manos, mientras unas trabajan otras descansan y cuando todas están en el trabajo se complementan.
Izquierda: Un hueco del ascensor perfora el suelo del estacionamiento. Al mirar hacia abajo, se puede observar el preescolar en
el barrio Sarría; hacia arriba, una vista del ala evangélica de la torre. Derecha: Las escaleras que conducen al estacionamiento de la torre.
A pesar de la ausencia de pasamanos, éstas son usadas regularmente por los habitantes del edificio.
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La relación con este «objeto de estudio» debe ser muy ambigua. ¿cuántos rascacielos en el planeta tierra han sido convertidos en un espacio de ocupación ilegal? Probablemente ninguno y sin embargo este edificio no está en el centro de la atención mediática ni acá ni en otras partes (imagino por un segundo que unos okupas invaden la estatua de La Libertad y seguramente nos harían olvidar la caída de las torres gemelas). Ante la ambigüedad de la recepción pública de un evento de estas dimensiones, ustedes qué se plantean: a) estamos ante al mayor ejemplo de la estafa del progreso modernista b) estamos ante un ejemplo que nos deja tan perplejos que no podemos reaccionar c) Esta es la mejor manera de dejar atrás los complejos modernistas.
Hay varios casos en el mundo. En todo lugar donde haya problemas económicos ligados a crisis de vivienda se crean nuevas formas de ocupación. Hay casos similares en Sudáfrica, como dijimos antes. También hay todo un trabajo desarrollado en torno a política, vivienda y economía por parte de artistas comprometidos como Martha Rosler, en Estados Unidos.
Ahora, si hay que elegir entre tus tres opciones, nos quedamos con la última: dejar atrás los complejos modernistas. El arte del presente, como bien afirmó Serge Daney, no puede estar lleno de remordimientos. Es indispensable voltear y ver qué
del pasado proyectó nuestra actual perspectiva, pero no escrutar con gríngolas un determinado período, con los ojos llenos de lágrimas, “en busca del tiempo perdido”.
Roinner Hernández (Ronny), 20, trabaja en un prestigioso salón de belleza en el sureste de Caracas, pero también recibe clientes en su apartamento en el 4to piso de la torre. Como espejo, Roinner utiliza una hoja de vidrio tomada de la fachada de la torre.
En Israel los arquitectos se ponen al servicio de las estrategias militares para diseñar urbanizaciones enteras. En Venezuela los arquitectos tienen que ceder sus ideas a las necesidades más precarias. ¿Por qué se puede tener tanto éxito ejerciendo una profesión (determinando hasta las alturas de las ventanas en función de las bombas) en un lugar y tener tan poco éxito en otras partes (hacer un rascacielos que termina siendo un lugar donde se lanzarán bolsas con heces desde el piso 50)? ¿Qué determinantes culturales hacen posibles estos contrastes? ¿Cuál es el sentido de mantener una profesión dedicada a estos dislates? En fin, cuál es la crítica de la arquitectura como problema de diseño que ustedes tienen que asumir para entender este fenómeno desde un punto de vista cultural.
Aquí no hay problema arquitectónico ni de diseño. El arquitecto de la torre planeó hacer un rascacielos para que operara una empresa, un hotel, un centro comercial. Nadie planeó que se convirtiera en un edificio ocupado o invadido. Simplemente, al no haber respuesta del Estado para el vacío habitacional, la gente transforma todo lo que encuentra “ocioso”. Cuando la gente entra a invadir no ve un edificio con una carga cultural o formal, sino un espacio baldío con techo y escaleras, con espacios amplios para instalarse. El edificio fue dejado a medio construir por un problema político y económico. La arquitectura aquí es simplemente un vehículo para hablar de otras cosas. El contenido se mueve alrededor de ese vehículo, que bien podría ser un puente, un cerro, un terreno o un galpón.
Es cierto que la arquitectura y el urbanismo son temas de Estado, en relación a lo que mencionas de Israel. También es cierto que los regímenes totalitarios benefician un tipo de arquitectura, que termina siendo una parte de su discurso de poder, como el caso emblemático de Albert Speer o una gran cantidad de construcciones monumentales de los países comunistas. Los gobiernos liberales se mueven por un impulso distinto, dedicados al mantenimiento de las obras públicas, a propiciar espacios de consumo y placer, a la creatividad formal como una libertad otorgada. De alguna manera cada Estado “construye” su imagen a través de diferentes decisiones: lo que derriba, lo que levanta, lo que olvida, lo que hace y lo que no hace. Sería interesante hacer un análisis del discurso de nuestro gobierno a través de sus estrategias urbanas o la ausencia de ellas.
Cartelera con las normas y reglamentos para el piso 23, incluyendo información sobre los pagos y una lista de las personas responsables de mantenimiento
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El comentario anterior, obviamente, es de alguien que no ha coexistido como ustedes con las personas que invadieron el rascacielos. Así que, ¿qué importancia tiene esa convivencia con los invasores para ustedes? ¿Cómo ha determinado la investigación que ambos están desarrollando la visión que tienen de este edificio sus invasores?
Este trabajo sufrió una importante ruptura. Al principio nos aproximamos a lo que era para nosotros la idea de la torre, lo que representaba: para la ciudad, dentro del arte venezolano, como forma, retícula, ícono, metáfora. Hicimos una serie de trabajos que reproducían su aspecto formal exterior y su carga simbólica, la retícula como estructura e historia. Fue importante tomar esa distancia. Luego, cuando entramos en la torre, hubo un giro. Podríamos decir que el lenguaje que se maneja dentro es mucho más complejo que nuestra preconcepción. Y no por espectacularidad, al contrario, sino por su organicidad. Todo el mundo quiere
vivir lo mejor posible. Cuando estás dentro no estás en la torre, estás en pasillos comunes, en escaleras o en la casa de una persona, de una familia. La torre desaparece cuando estás dentro y se transforma en un compendio de lenguajes atomizados que conviven bajo el trazado estructural.

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Ambos han desarrollado un trabajo alrededor del problema de la representación con enfoques muy diferentes. Ángela se aproxima a ese problema como alguien que lo crítica por la vía de sus formas de clasificación. Juan José quiere hacer una iconografía de la desmemoria. ¿Qué es lo que la Torre de David hizo para hacerlos confluir en un trabajo en conjunto?
Comenzamos a trabajar juntos de otra manera, poniendo en diálogo trabajos de cada uno, sobre la representación de la memoria o las posibles memorias. Después de ese ejercicio preliminar decidimos abordar un trabajo en dupla y nos enfocamos en la torre, que nos daba la posibilidad de acercarnos desde diferentes lugares y disciplinas. Y ha funcionado. No hay una razón dominante más que la posibilidad de hacer converger distintas referencias y líneas de pensamiento.
Imágenes: Angela Bonadies y Juan José Olavarría – Fuente: http://www. domusweb.it/en/architecture/the-tower-of-david/ – Douz and Mille (entrevista en español)